Hoy he visto algo que me ha hecho detenerme y pensar. En una clase de Paiporta (Valencia), dos policías de Montilla (Córdoba) dejaron un mensaje en la pizarra tras pasar allí la noche. Un gesto sencillo, quizás insignificante, pero enorme para los chicos y chicas que lo leerán al volver al aula.
Este tipo de detalles me hacen reflexionar sobre cómo las marcas y las empresas comunican. No es solo lo que decimos, sino cómo y para quién lo hacemos. A veces, una acción pequeña, sin grandes alardes, deja una huella mucho más profunda que cualquier campaña.
Para esos chavales, ese mensaje en la pizarra será algo que recordarán, una muestra de que alguien estuvo allí pensando en ellos, deseándoles lo mejor. En nuestras empresas, deberíamos aspirar a eso: a ser recordados, no por lo que vendemos, sino por cómo hacemos sentir a quienes nos rodean.
En un mundo tan rápido y tan ruidoso, ¿qué pasaría si en lugar de solo “comunicar” nos dedicáramos a conectar? ¿Si apostáramos más por la empatía, por los detalles que parecen pequeños, pero que realmente importan?
Este gesto también pone en primer plano la importancia de cuidar la salud mental infantil. Los niños y niñas están viviendo un momento complicado, y esos gestos de cercanía y apoyo, por mínimos que parezcan, pueden ser muy importantes para ellos.
Como empresas, tenemos mucho que aprender de esta pizarra. Tal vez el gran reto esté en lograr que cada uno de nuestros mensajes tenga ese mismo efecto: dejar algo positivo en el otro, construir confianza y, sobre todo, mostrar que estamos aquí, no solo para vender, sino para acompañar.
Ea, buenas noches